El mercado de los probióticos mueve anualmente en torno a 26.000 millones de euros, cifra que procede principalmente de Europa, según datos del metaanálisis de la Universidad de Copenhague publicado en Genome Medicine. La razón es que es en Europa donde las virtudes de estos microorganismos, que ejercen un efecto positivo para la salud, se han promocionado más. A ellos se les atribuyen distintos beneficios en la prevención y el tratamiento de numerosas enfermedades, como la diarrea, la obesidad o el cáncer. Según los expertos éste es el principal motivo de que se hayan convertido en un negocio al alza, que prevén que seguirá creciendo.
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Sin embargo, según explica Alicia Aguilar, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y directora del máster universitario de Nutrición y Salud, aunque se han realizado estudios para demostrar su eficacia, sería necesario hacer más investigaciones. «Hasta el momento, la eficacia más documentada de los probióticos está en su uso para problemas gastrointestinales. Aunque existen muchas publicaciones científicas sobre las aplicaciones de los probióticos, todavía son necesarias más: poblaciones apropiadas, cepas y dosis bien definidas, efecto a largo plazo…», afirma.
Sin efectos adversos descritos
Pero, ¿qué son realmente estos microorganismos que podemos encontrar en formas tan diversas? Según explica Aguilar, los microorganismos probióticos son generalmente, aunque no de manera exclusiva, bacterias ácido-lácticas, como Lactobacillus bulgaricus, Streptococcus termophilus, Bifidobacterium bifidum o Lactobacillus reuteri; y, para poner un ejemplo que no sea una bacteria, la levadura Saccharomyces boulardii.
En cuanto a la cantidad adecuada de consumo, varía según la población de la que hablemos —adultos, niños, embarazadas…—, pero, en líneas generales, es superior a mil millones de microorganismos por unidad de consumo. «La cantidad de probióticos se expresa en unidades formadoras de colonias (UFC), que es una indicación del número de organismos vivos presentes. Aunque puede haber una cierta variación, el promedio requerido es de más de mil millones de microorganismos por unidad de consumo, ya sea un vial, una cápsula o un alimento», indica Bach.
Respecto a los posibles efectos adversos en caso de que no sigamos las indicaciones de consumo, hasta la fecha no se han descrito. «En principio no hay riesgos, puesto que los microorganismos probióticos que se seleccionan no tienen capacidad patógena para nuestro organismo. No obstante, en temas de salud siempre es importante ceñirse a las indicaciones de consumo, así como vigilar y tener precaución, por ejemplo, en el caso de individuos con problemas de inmunodepresión importante», explica Massip-Salcedo.